La creciente exigencia de los mercados internacionales y las normativas GFSI (Global Food Safety Initiative) obligan a las empresas del sector alimentario a implementar planes robustos que garanticen la calidad, inocuidad y seguridad de sus productos. En este contexto, la elaboración de un plan de cultura de la calidad, la correcta gestión de alérgenos, la prevención del fraude y el fortalecimiento de la defensa alimentaria se han convertido en aspectos clave para cumplir con los estándares globales y proteger la salud del consumidor.